martes, 28 de abril de 2009

La relaciòn de la pareja humana y el lenguaje semàntico



La pareja humana y la connotación lingüística, tienen mucho en relación, desde mi punto de vista.
Si nos parece interesante, podemos citar a Lacan, cuando formula que el inconciente esta estructurado como un lenguaje.

Imaginemos un caso cotidiano, común, que el (ser espiritual) devenido biológicamente en hombre, le exige a su pareja, (ser espiritual) devenido en una biología femenina, que realice determinadas cosas en una forma particular determinada de acuerdo a su criterio, pero que la mujer no comparte.

Esta situación controvertida, puede convertirse en un conflicto o puede ser la oportunidad de establecer relaciones cada vez más maduras, más sinceras y más plenas, espirituales e inteligentes.

Mario dice: “no quiero que lleves esos colores en tus vestidos”. Florencia contesta: “yo quiero llevar este color porque me favorece”

Este diálogo lingüístico nos esta representando, muchas lógicas de ambos.


Hay una relación directa con sus emociones primitivas, y evocación directa a heridas del inconsciente, en ellos. Se están comunicando de estados mentales a estados mentales.

Cada uno ha formado una imagen del otro y hablan esas imágenes. Entonces allí no hay sentimiento, hay un duelo de imágenes.

Mario, dice “no quiero”…. y Florencia contesta “yo quiero”…. Ambos se muestran ante la forma “vestido” y se relacionan con el signo estético, desde sus estados primitivos, ancestrales e inconscientes y desde sus imágenes. Todo lo que ha elaborado el pensamiento.

Ambos son categóricos, impositivos, egoístas, en consecuencia, dominantes.

Estoy analizando el significante y su significado desde la expresión acústica hacía el funcionamiento emocional de la pareja.

Es decir desde su exteriorización evidente, hacia su “vivir” intimo.


El “quiero” es desde un enfoque semiótico el signo, que representa el signo interno de los hablantes y de las emociones en acción. Este vocablo es un signo caliente, porque expresa pertenencia, posesividad y autoridad.

La pareja esta construyendo su relación en base a impulsos y en consecuencia, las emociones se desatan ante la esencia (el vestido), de la forma más primitiva e individual posible.

Ninguno de los dos tiene al otro en su consideración, en la relación del hecho formal, ambos están en plena acción del egocentrismo, ambos son tribales, y mediocrizan la relación.

Desde una mirada inconciente, ambos luchan por pertenencias infantiles y reviven en el consciente, heridas psicológicas de luchas y antagonismos primeros en sus postergados crecimientos de madures mental.

Desde perspectivas_ ahora espirituales_ ambos están en la arena, luchando por el poder ancestral, ya no de géneros, sino de seres espirituales a seres espirituales, que ambos son. Ambos recrean los tiempos de luchas espirituales en el espacio, a través de millones de años
y también las luchas en distintas etapas humanas. Ambos vibran desarmonicamente

Desde un análisis del inconsciente colectivo humano actual, ambos reaccionan ante la substancia en forma subjetiva, y desde la cultura incompleta, que adhiere especialmente al reduccionismo tribal.

Ambos han transferido el sentimiento arraigado al ritual, hacia el “vestido”, y lo entronizan como un ritual en sí mismo, haciendo del “vestido” una continuación del santuario dogmático
.

Santuario al que hay que pertenecer por cumplimiento de mandatos espirituales milenarios, coexistiendo en una complicidad espiritual con formas erróneas que evitan, toda responsabilidad individual. (Hoy: tatuajes, pirces, volviendo insustituibles los elementos electrónicos, marcas en las vestimentas, giros lingüísticos, modas, formas de coches, equipos deportivos, bandas musicales determinadas, ansias de estar “informado” de lo nuevo, tribus urbanas……)

Se dan cuenta? No hay una relación amorosa exclusiva, hay una gran dificultad de relación, en esa compleja situación que es la relación, ambos no hallan una solución al conflicto de la relación. Lo viven desde sus egocentrismos, desde su “yo” de inseguridad existencial, profunda y sobreviniente a cada acto.

¿Hay acaso otra forma lingüística de expresar nuestra opinión, nuestro disentimiento?


, claro que la hay, pero ello conlleva, una construcción de madurez, que implica una nueva toma de posición, de nuestra personalidad humana, psicológica y espiritual.

Es decir un crecimiento de la madurez, subjetividad que no depende de edades biológicas.

La aprehensión de una claridad conceptual de las emociones, de los sentimientos, de la ética de la solidaridad.

Es necesario haber trascendido individualmente la imagen, no actuar desde las imágenes, que cada uno tiene de sí mismo y del otro, sino de la libertad de ser independiente maduro de los prejuicios, de los temores y del egocentrismo tribal.

Si ambos fueran libres del condicionamiento, las expresiones serian totalmente distintas:

Mario diría por ejemplo, “que bien te queda ese color, te sienta perfectamente, aunque no es mi color preferido para ti”.

Expresaría lo que siente, sin prejuicios, es decir considerando el gusto y la libertad del otro para usar un determinado color.

Florencia, ante el “querer” anterior de Mario, diría: “comprendo que a ti no te guste, pero me genera una disfrutar, un sentirme bien y a gusto este color, por ello te solicito consideres, que mi bienestar esta en alguna forma ligado a este color”

En este nuevo paradigma, no se lucha por el poder, se establecen relaciones adultas, tratando de consensuar gustos, para obtener como resultado la libertad de ambos, y mantener el marco amoroso y comprensivo de los sentimientos y de la libertad personal.

Los valores se abren paso sobre los prejuicios. nos damos cuenta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

holiss, agradezco tus comentarios