domingo, 12 de abril de 2009

Interculturalidad. ¿Es posible comprenderla y encontrar sus causas internas?




¿Podemos convivir en la interculturalidad? ¿Estamos comprendiéndonos, en nuestra desarmonía espiritual?

La creciente estratificación de la población humana que tiende a generalizarse, en base a la seria discriminación laboral y económica.

Aumentada por la tendencia cada vez más intensiva de la regresión individualista en una especie de “sálvese quien pueda y el último que apague la luz”.

Como una especie de mandato perverso del inconsciente colectivo, que parecen ser las actuales corrientes negativas y realmente generalizadas en las interdependencias de la convivencia humana a nivel planetario.

Esta situación reviste mayor complejidad y angustiante perspectiva, cuando observamos la tremenda interculturalidad, que instalada en toda la sociedad en conjunto ya se encuentra en el núcleo íntimo de la propia familia.

El mismo fenómeno comienza a generalizarse en forma alarmante y preocupante, en un grupo más reducido como es el mínimo de la propia pareja humana.

En la sociedad en ritos y rituales diversos y en general asimétricos de las distintas comunidades, que tienden a serias discrepancias, que hacen peligrar la paz y pensar en la guerra.

En la familia, entre la cultura de interpretación de la información a través de medios tradicionales que se fueron sofisticando en forma progresiva para una cantidad determinada de miembros, y la fantástica irrupción de una sofisticación mayor de la cultura digital para el resto de los miembros.

Mientras el mayor biológicamente hablando se hace conservador, el de cuerpo joven, es audaz y trasgresor, pero en general ambos desarmonicos espiritualmente

Esta interculturalidad exigiría una predisposición extraordinaria de la comprensión y el respeto, para lograr el imprescindible adecuamiento y convivencia de valores complementarios para organizar un mínimo orden de convivencia armónica
.

Considerando que no solo se trata de códigos distintos, sino de convivientes que no conocen siquiera el código en el que se mueve el imaginario de los otros. A veces no distintos, sino inimaginables para los otros.

Y convivientes que no reconocen el que utilizan lo que llamaríamos seres de la posmodernidad.

Situación de la realidad actual en la humanidad en general, en la familia en particular, y en la pareja.

El salto generacional abrupto en un caso, y las tradiciones disímiles forman una compleja red de convivencia de interculturalidades de impresionante efecto y aspecto.

Naturalmente como todo conflicto impacta sobre cada criatura humana con reacciones disímiles. Se esta observando que la mas común de las respuestas emocionales es la violencia.

Esta violencia generalizada es también de distinto signo según sea la inestabilidad emocional de sus actores, ante el conflicto moderno, algunos con violencia física, (golpeadores) otros con violencia de palabra (sutileza a veces más provocativa y afligente), los más con violencia de reacciones sutilmente vengativas, como indiferencia, miradas intimidatorias y/o humillantes, otros lastimando su cuerpo y/o maltratando su salud.

Todas paralizaciones del caudal de afecto que se espera entre los seres humanos. Resoluciones de poca calidad creativa y en un marco de intensa mediocridad.

Aspectos estos que se analizan desde una mirada de antropología social, pero que puede indagarse con mayor perspectiva con una lectura espiritual de largo alcance y magnitud.

El grupo humano social esta seriamente lesionado porque la interculturalidad, responde a causas espirituales, a una convivencia de seres espirituales con distintas vibraciones espirituales desarmonicas. (podríamos llamar usando frases de la disciplina médica, con distintas patologías espirituales.)

Con distintas enfermedades espirituales que necesitarían tratarse y curarse a través de la consideración de tomar conciencia de su condición y conocimiento profundo de si mismo, como el ser espiritual que cada uno es, tratando de reformarse a través de la conducta y la solidaridad fraternal.

(Los seres humanos se relacionan en general de mente a mente, _dado el grado de especialización, que tiene la estructura espiritual de cada sistema mente_ y casi no interviene el ser espiritual que cada uno es, para convivir utilizando la poca o mucha afinidad que se tienen, y que permitió, que se agrupase en familias o en grupos humanos)


De esta forma la convivencia estaría basada en un marco de respeto, de consideración de las diversidades y comprensión de las desarmonía espiritual, que cada ser humano, en tanto ser espiritual, trae al elaborar su cuerpo biológico, y cumplir una etapa que llama “vida.

Al comprender lo transitorio de su cuerpo biológico y lo infinito de su existencia espiritual, su perspectiva de interrelación sería de una belleza y profundidad tal, que hoy explicarla sería de consideraciones insospechadas y casi imposible de concebir. Como toda abstracción, aunque esta sea solo aparente.

Lamentablemente, solamente el tiempo y el sufrimiento no deseado, pero inevitable por la confusión de ideas y de creencias, de rituales y de actitudes dogmáticas, le impide entender de inmediato, conceptos tan sublimes como el perdón y la comprensión.

Razónese que cada ser espiritual tiene que ser un docente de su grupo familiar en el sentido de la transcendencia de la existencia y de la búsqueda del Creador _único para toda la humanidad_ y lejos de tener una idea básica de la realidad, se halla inmerso en un imaginario colectivo de singular confusión, a través de los sistemas totalitarios y ritualistas, que lo acompañan desde sus primeros momentos en la población humana en el planeta.

Por otra parte debido a nuestra debilidad espiritual _ desarmonía espiritual propia_ nos hallamos en una complacencia de profunda complicidad con las falsas prácticas y rituales, que no permiten pensar, desde lo científico y desde una actitud crítica y constructiva.

Nos basta con ser creyentes, y por ende complacientes; y no investigadores.
Solo aprendiendo podemos ser educadores.

Al definirnos y adoptar en forma tácita el rol de creyentes, observando solo rituales, y enrolarnos en el dogmatismo religioso-espiritual, renunciamos, veámoslos en forma conciente o no, a la identificación con la espiritualidad, que nos es inherente.Estamos siendo excesivamente pasivos, sin capacidad critica, que genere libertad de ser y elegir, entendiendo el conocimiento espiritual.

El poder excesivo, demanda que no pensemos,sino que ejecutemos, haciendonos pensar en lo que esta establecido, ser pensado desde estructuras dogmaticas y generalmente hipòcritas.

Esta ubicación ante la realidad, nos deja marginados de entenderla en todo su esplendor y lo que es peor, no nos permite conocernos.

De ese conocimiento, en caso de proponernos libremente a investigar en nuestra propia doctrina religiosa, evitando quedar inmerso en el ritual y la actitud dogmática, que la religión institucionalizada conlleva actualmente, se transpone a la capacidad, y energía interior y se puede resolver la convivencia de forma más humanizada y de acuerdo con la natural fe que cada uno tiene.

Podemos preguntarnos ¿porque yo, y los otros?, bueno un camino para asumir la realidad propia y entender la espiritualidad, es el sentido de responsabilidad a asumir, lo que implica la necesaria madurez y libertad individual, acceder a la libertad de la confusión dominante y prejuiciosa.


Solo se puede madurar individualmente, lo hermoso y satisfactorio es que sirve de ejemplo para el que quiera servirse de ello, y por otra parte se sale de la mediocridad.

¿Es poco?... Recuerda: cuando el planeta gira lo suficiente, tenemos un amanecer, cuando te predispones accedes al conocimiento. omar

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